“Me estoy haciendo viejo.” Escuchamos esto con frecuencia de pacientes, familiares e incluso amigos de nuestra edad. “Envejecer” se ha convertido en una excusa comodín para los cambios físicos y mentales que experimentamos en nuestras vidas. Cuando usamos el envejecimiento como explicación, tendemos a minimizar los síntomas que de otro modo serían alarmantes: una mancha cada vez mayor en la frente que resulta ser un carcinoma invasivo de células basales, un dolor de cadera que resulta ser una artritis degenerativa grave, el jadeo y la hinchazón cuando subes un tramo de escaleras que resulta ser insuficiencia cardíaca, y el uso de scooters eléctricos en la tienda de comestibles que resulta ser compresión nerviosa por estenosis espinal. Las personas descartan estos signos como un proceso normal de envejecimiento y pierden oportunidades para una intervención médica temprana.
También usamos el envejecimiento como una razón para aceptar limitaciones que pueden restringir nuestras actividades físicas, compromisos sociales y actividades intelectuales. No salir, reunirse con amigos, conocer gente nueva o aprender nuevas habilidades son algunos ejemplos. Permanecemos en nuestras cada vez más reducidas zonas de confort. La pandemia de COVID-19 ha disminuido aún más nuestra capacidad de interactuar, y muchos no han retomado donde lo dejaron hace dos años.
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Nuestras acciones reflejan los estereotipos negativos del envejecimiento. Asociamos el envejecimiento con la enfermedad física, el declive mental y la enfermedad. Estas creencias son el resultado de la discriminación por edad que se manifiesta tanto a nivel social como individual. Nuestras instituciones sociales contienen prejuicios sistémicos contra las personas mayores. Los empleadores evitan a los solicitantes mayores de cierta edad. Las tiendas usan interfaces digitales para completar transacciones que son hostiles o desconocidas para las personas mayores. Se elogia la juventud, mientras que la vejez se presenta como frágil y senil en los medios y el entretenimiento. Las propias personas mayores absorben estos puntos de vista negativos sobre el envejecimiento en nuestra cultura, a menudo como resultado de un adoctrinamiento de por vida. El prejuicio contra los ancianos se arraiga desde una edad temprana y se fortalece a medida que cada uno de nosotros se convierte en miembro de ese grupo discriminado.
La discriminación por edad tiene consecuencias perjudiciales para la salud física y mental. Un estudio histórico de la Escuela de Salud Pública de Yale encontró que para las personas mayores de 50 años, albergar creencias negativas sobre el envejecimiento acortaba su esperanza de vida en 7,5 años. La discriminación por edad se asocia con un mayor riesgo de ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, enfermedad de Alzheimer, movilidad y fuerza reducidas, y ansiedad y depresión. Las personas que tienen autopercepciones negativas del envejecimiento experimentan una calidad de vida deficiente, una participación social reducida y un aumento de los comportamientos más riesgosos (p. ej., dieta poco saludable, incumplimiento de los medicamentos, consumo de alcohol y tabaquismo). Por otro lado, las creencias positivas sobre el envejecimiento conducen a una mejor función cognitiva, un mejor manejo de las enfermedades crónicas y una recuperación más rápida de las hospitalizaciones.
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Afortunadamente, podemos mitigar estos resultados adversos para la salud asociados con la discriminación por edad al corregir conscientemente nuestras creencias y percepciones. Aquí hay algunas estrategias para fomentar una actitud positiva sobre el envejecimiento:
- No se limite a pensar en el envejecimiento como un proceso de declive inevitable; más bien, concéntrese en las cosas que están bajo su control y comprenda por lo que está pasando dentro del contexto de su propia vida.
- Participa activamente en tu comunidad y redes sociales.
- Manténgase productivo contribuyendo con su experiencia y sabiduría a través del trabajo voluntario, cuidando a sus nietos o interactuando con familiares y amigos.
- Continúe siendo física y mentalmente activo encontrando otras personas de ideas afines con quienes compartir la experiencia.
- Evite la tentación de simplemente descartar algo como “envejecer”. Busque atención médica si su cuerpo no se siente bien.
- Aproveche los avances médicos para mantener su capacidad física (p. ej., audífonos, reemplazos de articulaciones). Te ayudará a mantenerte independiente, fortaleciendo tu autoestima y autoeficacia.
- Desarrolle fortaleza mental para mantenerse resistente al enfrentarse a los desafíos creados por enfermedades, pérdida de seres queridos y cambios en su capacidad.
- Manténgase optimista y espere que los eventos se resuelvan con el mejor resultado posible.
Habrá 80 millones de personas mayores de 65 años en los EE. UU. para el año 2040. El envejecimiento será un tema central no solo en la salud pública y la medicina en el futuro previsible, sino en todos los aspectos de nuestra sociedad. Nuestras actitudes sobre el envejecimiento y cómo nos tratamos a nosotros mismos a medida que envejecemos influirán directamente en nuestros resultados de salud y satisfacción con la vida. ¡Haz un cambio hoy y tu futuro yo lo apreciará!
Qing Yang y Kevin Parker son una pareja casada y viven en Springfield. La Dra. Yang recibió su título de médico en la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale y completó su residencia en el Hospital General de Massachusetts. Es anestesióloga en HSHS Medical Group. Parker ha ayudado a formular y administrar políticas públicas en varios gobiernos municipales y estatales de todo el país. Anteriormente, fue el director de información del grupo para la educación en el Departamento de Innovación y Tecnología de Illinois. Esta columna no pretende sustituir el consejo, diagnóstico o tratamiento médico profesional. Las opiniones son las de los escritores y no representan los puntos de vista de sus empleadores.